Para despedirme no he encontrado mejores palabras que las que leí por casualidad en el blog de una maestro interino y que he hecho mías para expresar todo lo que quiero deciros.
El principio de este papel en blanco que comparto con todos y con nadie es el final. El final de un curso, de una etapa, de unos sentimientos, de unas relaciones… Ahora que poco queda para empezar otro nuevo y diferente, me acuerdo con más intensidad de todas esas chicas y chicos que dejo atrás. Caras que veía cada mañana saludarme con una sonrisa en la boca. Voces que se hicieron tan cercanas como para creer que eran una segunda familia para mí. ¿Serán sustituidas por otras que vienen? ¿Pasarán a engrosar la lista de nombres que no recuerdo y duermen en algún rincón de mi mente?
No quiero olvidar a todos esos alumnos a los que tanto he querido. Quiero que estas letras me sirvan de recuerdo de todos ellos cuando mire atrás y vuelva a leerlas. Los chistes de Pablo, la lealtad de Yasser, la animosidad de Deyman, la frescura de Sara, la serenidad de Hugo, la ingenuidad de Alba, la tristeza de Irene, la generosidad de Javier, el optimismo de Elsa, la vitalidad de Virginia, el cariño de Elmadhi, el duende de Yarisa, el atrevimiento de David, la espontaneidad de Millán, la seriedad de Adrián, los abrazos de Letizia, la honestidad de Mar, la risa de Judith, los destellos de Berta, la timidez de Alexia, la dulzura de Naomi…
Llevaros tan dentro me produce felicidad y pena al mismo tiempo… Ya no compartiré tiempos ni espacios con vosotros. No os veré crecer, no os podré ayudar a solucionar vuestros problemas. No haré el payaso para que podáis reíros entre lección y lección. Espero que mis consejos y palabras os sirvan de algo para afrontar esta vida dura y maravillosa que tenéis que vivir y hacerla vuestra. Espero que sepáis, de alguna manera, que en mi recuerdo, siempre viviréis como los niños a los que tanto quise y quiero.
Un curso más empieza. Ahora sí que otro se va, para siempre, como todo en esta vida cumpliendo la condena de no poder permanecer nunca. Os echaré mucho de menos, más, seguramente, que vosotros a mí. Me habéis enseñado a querer de verdad y con toda mi alma a mis alumnos y a disfrutar de mi profesión y convertirla en mi pasión. Espero poder hacerlo igual de bien que con vosotros. Espero haberlo hecho tan bien con vosotros.
Allá vamos, otra vez.